jueves, 12 de enero de 2012

Héctor y Raquel 3. Sin Rumbo




3.- Sin rumbo

Me fui sin rumbo, pensé en bajar al metro y acabar con este sufrimiento de una vez por todas, estaba a escasos 100 metros de una estación y eso fue lo que hice, baje las escaleras, y me encaminé a la entrada, desde su garita el empleado me miró y se fijo en mí, pero no hizo ningún ademán de darme el alto cuando me vio colarme en el metro, imagino que mi aspecto y mi mirada debería denotar cierto desespero, o simplemente no quiso “mancharse las manos conmigo”.

Me dirigí hacia las vías del metro, estaba decidido a lanzarme a las vías y acabar de una vez por todas con este sufrimiento y esta “no vida”, llegue al andén, y me puse en la cabeza del metro, las señoras me miraban y se apartaban, otras simplemente no me veían, otras personas escuchaban su música, en fin, que a nadie le importaría lo que yo iba a hacer en este momento.

Había un reloj de esos digitales donde ponía el tiempo que faltaba para la llegada del siguiente metro, marcaba 2.12, 2.11, 2.10,2.09 los segundos pasaban muy lentamente y mi vida pasaba antes mis ojos de la misma manera, mis ojos estaban inundados de lágrimas, que caían por mis mejillas y se mezclaban con mis mocos, tenía un aspecto realmente penoso, ¡menuda manera de morir!, sucio, enfermo y solo, 1.39, 1.38,1.37, mi única esperanza era que nunca nadie me reconociera y que me nadie me viera así, ni Raquel, ni sobretodo Inés se merecían ver a su padre morir de esta manera, ojalá me enterraran en una fosa común después de que nadie reconociera mi cadáver. 0.58, 0.57, Pensé en mi madre, en mi infancia, en mi abuela Juana, en sus torrijas, en todas esas personas que algún día tuvieron un sentimiento por mi y que nunca más sabrían que fue lo que me pasó, 0.21, 0.20.

El andén se llenó de personas, y los que estaban sentados en los bancos se levantaron y se acercaron a la vía, como si supieran lo que iba a suceder y no se lo quisieran perder, miré por última vez 0.14, a la vez que vi al fondo la luz de la locomotora, más y más personas se acercaron e incluso las noté cerca, como si no les importara mi aspecto y mi olor, el metro prácticamente estaba aquí, veía como se acercaba y empecé a contar mentalmente, UNO, un frio estremecedor me recorrió todo el cuerpo, DOS, y TRES, mis pies permanecieron inmóviles, el metro pasó por delante de mis narices, y paró, las puertas se abrieron y todos entraron, yo me quedé ahí, las personas me empujaban mientras entraban y salían, después se cerraron las puertas, y yo me caí de rodillas sollozando. Nadie se acercó a mí, simplemente me dejaron ahí solo, imagino que si hubiese sido un perro alguien se hubiese preocupado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si ocurrió eso es porque realmente no querías suicidart, simplemente tratabas de sentirte mejor contigo mismo al pensar que podrías hacerlo y de esta forma aliviar tus penas.