Tengo el blog totalmente abandonado, un verano digamos un tanto movido me ha ocupado en cuerpo y alma, me he propuesto volver a escribir mis cositas.
El Petit Suisse y todo el
resto en casa de Mamie.
Uno de los primeros
recuerdos gastronómicos que tengo es el de mi abuela en la cocina de su casa en
Burdeos sirviéndome un Petit Suisse de esos que eran naturales sin azúcar, se
desmoldaban en el plato y se les quitaba un papel que los rodeaba, imagino que
eso denota una cierta edad.
Mi abuela, (Mamie)
siempre me echaba mucho mas azúcar que mi madre, decía que si no no era bueno, también nos daba un Mon Cherie cuando ya estábamos acostados con los dientes
lavados a escondidas de mi madre, la putada es que el Mon Cherie tiene ese
papel tipo celofán que hacia mucho ruido… mi madre siempre nos descubría… pero
demasiado tarde, el bombón ya estaba en la boca…
Mamie nos hacia un
chocolate con leche que era una autentica pasada, nada que ver con esos que sirven
que son espesos y calientes, sin ningún sabor a Chocolate. El de Mamie tenia
tanto chocolate negro como leche, una autentica delicia, no he probado nunca
otro igual.
El Pollo al horno era de
matricula de honor, asado lentamente, cada poco tiempo se acercaba a su cocina, abría la puerta e iba regando el pollo con el jugo que iba soltando, crujiente
por fuera, jugoso por dentro, y aparte una salsera con ese jugo que era una
autentica joya.
Lo acompañaba con patatas
fritas, bueno, todo lo acompañaba con patatas fritas ya que cada dia nos
preguntaba que si queríamos y Romain y yo, contestábamos al unísono SIIIIII,
pobre mujer… la de toneladas de patatas que le habremos hecho cargar, pelar,
pochar y freir. Eso sí eran GENIALES, las mejores que he comido en mi vida,
confitadas a fuego lento, cortadas con un cuchillo pequeño y de manera muy
desigual, habían grandes y pequeñas acabadas en punta, de manera que los bordes
eran crujientes y en medio eran muy muy tiernas… Creo que si me concedieran
tres deseos uno seria un gran plato de patatas fritas de Mamie.
Habían mas cosas que
nunca faltaban, como los aguacates con vinagreta, los camarones, las ostras, y
los steack hachés, (como una hamburguesa pero de lujo), se hacia picar delante
de ella el trozo de carne que mas le gustaba, y lo servía con unas chalotas
picadas por encima, me parece todavia oirla decir, Venga venga… a la mesa que
se enfria… y por supuesto la guarnicion no hace falta que os diga cual era.
Tampoco faltaba nunca en
la mesa unos cuantos quesos y una ensalada verde para acompañar que siempre comíamos al finalizar la comida. Ah y los “eclair au chocolat”…
Mamie era feliz viendonos
comer y acabar todo el plato y por supuesto alabando la comida cosa que Mamá
nos recordaba siempre.
Jamás jamás jamás tomé un
vaso de agua clara en su casa, decía que el agua era mala y había que darle un
poquito de color, unas gotitas de vino rosado bastaban para convertir algo tan
malo como el agua, en una bebida para poder comer. Recuerdo siempre a mi madre
decirle: Vale, vale, vale… cuando Mamie nos servia el vino. A nosotros nos
hacia siempre mucha gracia.
Recuerdos gastronómicos que van mas allá de la comida,