lunes, 24 de enero de 2011

Sobre como viene el cliente

(otro escrito de hace 5 años)

Una de las cosas mas curiosas que me he dado cuenta durante este año, en el que hemos pasado de un hotel a un restaurante como el aq, es la de la importancia que tiene la predisposición del cliente a la hora del disfrute final.

Cuando estábamos en el hotel, todo iba en nuestra contra, desde el local, (sin nombre, ni decoración, ni entrada privada), hasta gran parte de la clientela que venia y después de comer mejor que en otros restaurantes, resumía su experiencia diciendo, "para ser un hotel, no hemos comido mal..." y es que el hotel no era ni de lejos el lugar apropiado para disfrutar de una buena comida.

La predisposición del cliente es casi indispensable para que pueda disfrutar, hemos visto muchas veces como algunas personas vienen a disgusto, con mal humor, pensando que les vamos a engañar o a tratar mal, estas personas, suelen salir con una sensación extraña, agridulce diría yo...

Una misma comida cambia al 100% si quien viene a nuestra casa, viene con confianza, y con ganas de disfrutar, a partir de ahí, somos nosotros los que le hemos de dar lo que ha venido a buscar, y solo dependerá de esto, si lo hacemos bien, se lo pasara bien, y se lo hacemos mal, se lo pasará mal. Así de sencillo.

Si la persona viene con una mala predisposición, si la decoración le condiciona negativamente, si no encuentra en la carta el típico plato de recurso, si desconoce la oferta de vinos, esta persona se tensará, e irremediablemente lo pasará mal de entrada, si luego todo va de fábula, es decir, si el vino que ha elegido a boleo le parece muy bueno y esos platos que ha elegido casi por descarte, resultan ser sabrosos y le gustan, al final quizás muy al final disfrutará. Es una lástima, pero es así.

Algún cliente del aq me ha confesado que en su primera visita lo pasó mal, incluso hay quien me ha confesado que dio media vuelta y no entró. Nuestra decoración, condiciona tanto positivamente a algunas personas como negativamente a otras. Es curioso, intentamos hacer un restaurante bonito, diferente, haciéndolo lo mejor posible y conseguimos que muchas personas solo piensen, que A somos caros y B pasarán hambre.

Yo os recomiendo que cuando vayáis a un restaurante, vayáis con ganas de disfrutar y que juzguéis al final, sin dejaros condicionar por nada.

1 comentario:

Conchi Zúñiga dijo...

Muy buena reflexión.
Bicos