Mi
nombre en Enrique y vivo desde hace 4 años en el aeropuerto de El Prat,
y la verdad es que no se vive mal, no me quejo, podría estar mucho
peor.
Esta
maldita crisis me ha traído hasta aquí, hace 7 años me quedé en el
paro, soy, bueno era... marmolista, tenia mi piso, mi coche y mi novia,
ahora mismo ya no me quedan ninguna de las tres cosas. Mi piso se lo
quedo el banco, aunque todavía debo 120.000€, mi coche lo tuve que
vender y mi novia me dejó hace ya mucho tiempo, se enamoró de su monitor
del gimnasio, la muy perra.
Mis
padres son ya muy mayores y también lo están pasando muy mal, tengo un
hermano con síndrome de Down y una hermana e imagino que mis padres
deben estar de mierda hasta el cuello, es por eso que decidí quitarme
del medio y no darle mas disgustos a mi madre. Creo que es mejor,que no
sepa nada de mi... sufrirá menos.
Pasé
una temporada durmiendo en un cajero, pero no era nada seguro, también
estuve algún tiempo en un albergue pero tampoco fue fácil hasta que
alguien, no recuerdo quien, me comentó que en el aeropuerto no se
estaba mal.
Aquí
tengo calefacción en invierno y aire acondicionado en verano, por las
noches me pongo a dormir en los sofás que hay en la M32, nadie sospecha
de mi, tengo mis cosas en una maleta que encontré y me hago pasar por un
pasajero más, los vigilantes ya me conocen, y no me molestan, saben que
no les voy a dar problemas y que si puedo les ayudo, no tengo problemas
para comer, Nestor, el camarero del turno de noche siempre me guarda
algún bocadillo que lleva demasiadas horas hecho, o incluso alguna
pasta, Maria la camarera del puesto de cafés también me suele dar algún
cafecito por las mañanas, y aquí nos es nada difícil encontrar comida.
Tampoco tengo muchos problemas para asearme, suelo ir al lavabo de
minusválidos ya que te puedes cerrar con llave por dentro y ahí me lavo,
hay agua caliente, jabón y toallitas, y alguna que otra vez consigo
espuma de afeitar y colonias de los viajeros despistados que no se dan
cuenta de que no pueden llevar aerosoles ni líquidos en la cabina del
avión, y tienen que abandonarlos en alguna papelera. la verdad es que
alucinaríais de lo bien que huelo.
Suelo
leer la prensa que se van dejando los viajeros y me entretengo
observando a las miles de personas que veo cada día pasar delante de mí.
Con
los años me he convertido en un experto en conocer a las personas, me
imagino de donde vienen y hacia donde van, ves como va cambiando el tipo
de personas en función de la epoca del año, del día de la semana, de
los eventos que hay en la ciudad etc....
Los
lunes es el día de los ejecutivos, políticos y demás chusma, los ves
todos trajeados con sus maletas de marca y sus aires de superioridad.
Con
la llegada del buen tiempo ves a los que van a hacer el camino de
Santiago, equipados de arriba abajo, imagino que dentro de poco venderán
en el Decathlon el kit completo.
Cuando
hay congresos en Barcelona ves a muchos trajeados... pero mal
trajeados, ¿no se pueden quitar el puto collarcito cuando se van de
vuelta a sus casas? son patéticos.
En
las vacaciones escolares es cuando mas familias ves, y aquí si que me
lo paso bomba, las madres cargadas de maletas, riñendo a los niños y los
padres mirando las pantallas con cara de no entender nada.
Las
tripulaciones de los aviones también son peculiares, por un lado van
los pilotos, y por otro las y los azafatos, como si no se pudieran
mezclar, ellas todas con el mismo peinado, el mismo maquillajes, los
mismos zapatos y la misma falsa sonrisa pegada en su cara, ellos igual,
todos con el mismo corte de pelo, bien afeitaditos y con cara de no
haber roto nunca un plato...
Luego
están los trabajadores de aeropuerto, gente que viene aquí del mismo
modo como quien va a una fábrica, tienes a los veteranos que llevan 30 o
40 años trabajando en el mismo puesto y que se conocen esto mejor que
sus casas y los mas jóvenes a los que ves que se convertirán, si todo
les va bien, en clones de sus colegas veteranos.
Después
están los turistas que van o vienen, aquí esto ya es un espectáculo;
los japoneses todos en grupo, calladitos haciéndole fotos a todo,
vestidos de las maneras mas raras que te puedes imaginar, los italianos
cortados todos con el mismo patrón, ellos como chulos de putas y ellas
como pescaderas en domingo, los franceses siempre quejándose por algo,
los rusos como nuevos ricos de segunda, ellos repletos de oro y ellas
con bolsos y zapatos de marca, queriendo disimular un pasado que no se
puede disimular, los nórdicos, educados, silenciosos, aburridos, los
ingleses los jóvenes son como animales con ganas de alcohol y los
adultos se creen una raza superior, después están los latinoamericanos, a
estos no los diferencio bien, excusándose por no haber hecho nada, muy
educados y con lágrimas en los ojos.
Ya veis de que forma vivo soy un observador que mira la vida y las gentes pasar.
Esta
mañana, una mañana como otra cualquiera, estaba yo observando como
discutían Mariló y Fernando, (nunca he hablado con ellos, pero sé sus
nombres porque llevan la chapita) dos trabajadores de Vueling de los que
están facturando las maletas cuando he visto en la cola a mi madre con
Saul, mi hermano, el corazón me ha dado un vuelco, mis ojos se han
inundado de lagrimas al verlos y he tenido unas ganas locas de
abrazarles, ellos no me han visto, me he retirado y me he puesto detrás
de un panel para poder verlos y escuchar sus conversaciones, ¿Donde
estaba mi padre? mis padres no se han separado en su vida, ¿habría
muerto?. No podía dejar de llorar, Podía escuchar a mi madre reñir a
Saul, que aunque tenia 36 años se comportaba como si tuviera 6, imagino
que cuidarlo seria lo que mantendría a mi madre con fuerzas, poco a poco
la fila iba avanzando y yo estaba a pocos metros de ellos, mi madre
había envejecido muchísimo, imagino que lo habría pasado muy mal, viuda,
imagino, con un hijo desaparecido, ¿ma habría dado por muerto? y otro
hijo a su cargo, con la preocupación que ello conlleva.
Mi
madre seguía riñendo a mi hermano y yo me tuve que separar del panel
para poder verles delante de mi, en ese preciso instante mi hermano se
dio la vuelta y me miró fijamente a los ojos y gritó: ENRIQUE!!!!, en
ese preciso instante me di la vuelta y volví detrás del panel, podía
verles por una separación que había entre dos pantallas, mi madre se
giró, tenia una mirada entre esperanzada y asustada. Saul no paraba de
decir mi nombre y mi madre me buscaba con la mirada, tenia unas ganas
locas de salir de mi escondite e ir hacia ella, pero no lo hice.
Era
el turno de mi madre y Mariló (la trabajadora de Vueling) la llamó para
que facturara y ella seguía buscándome con la mirada durante unos
segundos mas, hasta que se dio por rendida y facturó su maleta. Saul no
paraba de moverse y mi madre seguía riñéndole.
Les
vi alejarse con sus billetes en la mano, no se donde irían, solo espero
haber hecho lo correcto y que se olviden pronto de mi, y yo de ellos.
FIN.
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